Aprendiendo de la disciplina de Dios

Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Hebreos 12:6

Ser padre o madre es una de las mas bellas bendiciones que uno puede tener, que a la vez conlleva la gran responsabilidad de criar a sus hijos de tal manera que lleguen ser adultos con buenos valores, y de carácter, que contribuyan positivamente a nuestra sociedad.

Para llevar a cabo esta gran tarea de crianza padres también reconocen la necesidad de corregir y disciplinar a sus hijos e hijas cuando es necesario. Un niño que no se disciplina y se cría sin reglas se convierte en un niño malcriado, respondón, dado a rabietas, y al fin puede convertirse en un criminal, y una amenaza a la sociedad. Se sabiduría y un buen balance de amor, corrección y disciplina para moldear a los pequeños y encaminarles a una vida buena, y productiva.

En Hebreos 12:6 La palabra de Dios nos enseña que “…el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.” Nuestro Padre celestial desea que crezcamos conforme a su imagen, y que andemos en el centro de su voluntad. Dios quiere lo mejor para sus hijos e hijas, y requiere obediencia para que Él pueda llevar a cabo su plan y su propósito en sus vidas. Por lo tanto; Él nos corrige y cuando es necesario también nos disciplina, y conforme a su Palabra también nos “applica la vara”. Pero podemos estar seguros de que nuestro Padre Celestial no es un Dios caprichoso, dado a arrebatos, o abusador de su poder, sino que es un Dios de amor, y que sus misericordias son nuevas cada mañana. “Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia.” Salmos 103:8.

Cuando Dios nos disciplina y aplica de su vara es porque por mucho tiempo nos ha estado amonestando, y no hemos querido poner atención a su voz. Es porque Él ha estado llamándonos y no queremos prestarle atención. Es cuando Él nos trae a cuenta nuestra rebeldía y pecado, pero decidimos ignorarle. Después de darnos muchas oportunidades de escuchar su voz y obedecerle, no le queda más remedio sino de tomar su vara de corrección y aplicarla. Es entonces cuando tenemos que reconocer que hemos pecado, y que es necesario humillarnos y arrepentirnos. Cuando Dios aplica su corrección, es necesario reconocer que es la mano de Dios la que está tratando con nosotros; y requiere que respondamos como hijos e hijas obedientes, y que corrijamos lo que Dios está demandando de nuestra vida. Dios está tratando contigo, enseñandote como debes de andar y conducirte, y lo hace porque Él tiene el mejor interés para ti. Los cambios que cambios que Él requiere de tí son para que estés es el centro de su santa y divina voluntad, y para que seas bendecido. Él te está entrenando: y llego el punto donde no logró captar tu atención de ninguna otra manera, y su vara fue necesaria para detenerte por el camino en que andabas.

Ahora te pregunto, ¿Para que Dios aplica su vara? Para enseñarnos, y corregirnos en cuanto algo que Él nos ha estado señalando. Él desea que nos arreglemos y que aprendamos una lección muy importante para nuestro crecimiento en Él.

Lo triste del caso es, que cuando la vara de Dios viene sobre nosotros (y tiene que venir si somos sus hijos e hijas), somos muy orgullozos y rápidos en decir que estamos pasando por una “prueba”, o atravesando por una “tribulación”, o decimos que el Diablo nos está atacando, o que los dardos del enemigo están siendo lanzado en contra de nosotros. Contadas son las veces que he escuchado a alguien decir “lo que me sucede es que la mano de Dios esta sobre mi vida”, “Esto es un castigo de Dios por mi desobediencia”, o “Esta es la vara de corrección de Dios”. A la naturaleza carnal se le hace muy difícil admitir sus errores. Se hace muy difícil humillarnos y admitir que somos débiles, y que de vez en cuando la disciplina y corrección de Dios es necesaria. El ser disciplinado por Dios es una clara indicación de que somos hijos. Sin la disciplina y corrección de Dios es muy posible que actuemos de tal manera que traigamos deshonra a su santo nombre. No es en vano que Dios requiere de nosotros santidad porque; “Sin santidad nadie verá al Señor”. Hebreos 12:14

Se nos hace difícil aceptar la posibilidad de que aquella enfermedad, padecimiento, o situación que atravesamos sea la mano de Dios y  que Él requiere acción de nuestra parte. Dios quiere que nos arreglemos con Él y corrigamos lo que Él está tratando con nosotros. Hay muchos testimonios de personas que estaban enfermas; que han tenido rencores y raíces de amargura en contra de alguien que les han ofendido; y que han quedado completamente sanos de su enfermedades cuando han perdonado a la persona que les ofendió. El Salmista nos dice:

Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah Salmos 32:3-5

Ciertamente hay una clara conexión en el arrepentimiento y la sanidad de nuestros cuerpos.

Tenemos que hacer inventario de nuestra vida; analizar y ver si el mal que estamos pasando, la enfermedad que tenemos, es la corrección de Dios y que Él quiere corregir y rectificar algo que anda mal en nuestra vida. Es necesario humillarnos ante su presencia, arrepentirnos, y aprender de la disciplina, para poder disfrutar una relación ininterrumpida, y bendecida con Dios.

¿Reconoces la disciplina de Dios sobre tu vida?

¿Qué es lo que Él te está comunicando?

¿Que pasos requiere Dios de ti para que arregles lo que Él te está indicando?

Puede ser que Dios quiere que te arrepientas de algún pecado que tienes escondido en tu corazón, o que perdones a tu hermano o hermana quien te haya ofendido. ¿Quizás estás huyendo de algún mandato que Dios te ha dado, y como Jonas estas sufriendo las consecuencias de tus acciones? Si no aprendes lo que Dios te está enseñando y tomas acción para resolver el problema, es muy posible que permanezcas en la condición en que te encuentras hasta que aprendas la lección.

Se que estas palabras de amonestación son difíciles de aceptar, o como dicen “difíciles de tragarse”, pero son palabras que Dios quiere que escuches y reflexiones sobre ellas. Puede ser que Dios está demandando de ti acción para que enfrentes tus errores, tus transgresiones, y te arrepientas, tomando los pasos necesarios para rectificar lo que necesita ser rectificado en tu vida.

La Biblia nos dice:

Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Hebreos 12:11

Si deseamos estar en el centro de la voluntad de Dios y verle manifestado en nuestra vida, es necesario ser ejercitado por la disciplina de Dios. Aprendamos de la corrección y disciplina de Dios. Corrige, lo que tiene que ser corregido. Endereza lo que está torcido. Renuncia toda obra de iniquidad en tu vida. Confiesa tus pecados ante Dios. Arrepientete, y pidele perdón por haber entristecido a su Espíritu Santo que reside en ti, y veras como tu vida es transformada. Entrarás en una relación más íntima con Dios. Recibirás alivio a tu aflicción. Consolación a tu alma. Sanidad para tu cuerpo. Paz en tu ser, y tranquilidad mental. Verás cómo Dios utiliza su corrección para bendecirte, y llevar a cabo su plan y propósito para tu vida. Dios te bendiga y te use para ser de bendición a otros.

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